PARAPENTE DE DISTANCIA - 178 Km.

Barco de Avila (AVILA) - Sepulveda (SEGOVIA)
Era la primera vez que venía a volar aquí, para muchos la Meca del parapente, donde los vuelos se volvían de otra dimensión. Ya no se hablaba de 15, 20 o 30 kilómetros, si no de 80, 90 o 100. La confluencia entre el viento Sur y el Norte era la causante de estos increíbles vuelos, y aunque no todos los meses eran ideales, Julio y Agosto parecían los más propicios. Al igual que cualquier otro piloto que llegaba aquí, mis ilusiones estaban puestas en realizar algún vuelo de distancia importante, cabalgando sobre la famosa convergencia de la meseta, un sueño para todo aquel que guste de nuevas experiencias y sensaciones en el campo del vuelo libre.

La competición que acogía a los mejores pilotos del mundo se iniciaba el lunes. Habíamos llegado con Toni el viernes por la noche, y esperábamos efectuar un vuelo al día siguiente Toni, que ya conocía la zona de Piedrahita me explicó que la primera dificultad con que me encontraría a la hora de efectuar cualquier vuelo de distancia, estaba en el collado de Villatoro, a unos 20 km. al E. de Peñanegra. A partir de aquí, una amplia extensión de llano se abriría a mis pies.


Aunque estábamos inscritos en la competición de la copa del mundo, mi interés principal estaba en aprovechar la infraestructura que la competición ofrecía, con la posibilidad de efectuar algún vuelo de distancia importante, 150 pilotos inscritos, los mejores pilotos del mundo se encontraban aquí, y ello aumentaba la posibilidad de conseguir efectuar alguna buena distancia. Aunque los primeros días de competición fueron bastante flojos en km, me habían servido para aprender y empezar a conocer este tipo de vuelo. Sin embargo todo cambio a partir del miércoles. La prueba que la organización preparó, una recorrido de 140 km. hasta Villacastin se presentaba muy atractiva. Sin embargo el escaso margen de tiempo desde que se dio la salida hasta que se instalo el viento de Sur y de cola permitio solo a una tercera parte de los pilotos salir, los que lo habían conseguido disfrutaron de un impresionante día de vuelo. No fue hasta las 17 horas que se volvería a enfrentar el viento en el despegue, la mayoría de los pilotos que se habían quedado en el suelo ya estaban en las piscinas, los que quedamos todavía tuvimos tiempo de saborear, lo que al final del día fue una gran jornada de vuelo. La mitad de los pilotos que despegaron a primera hora terminaron la prueba, y alguno incluso se permitía el lujo de volar en libre hasta Pedraza, a 145 km. Yo, por mi parte, que no había perdido la fe en poder volar ese día, obtuve mi pequeña recompensa al conseguir llegar y sobrepasar la ciudad de Avila un vuelo de algo mas de dos horas y 70 km. de distancia.

Si bien mis expectativas de vuelo se habían cumplido ya, todo cambiaría durante la jornada que íbamos a iniciar. El día amaneció con un viento marcado de S. ello obligó a la organización a trasladarnos a Lastra del Cano a unos 20 Km. al W. de Piedrahita. La salida, aunque menos amplia tenía la orientación adecuada. El día presentaba los mismos rasgos que el anterior aunque con un ligero incremento de viento de SW. La previsible confluencia debía formarse y había que aprovecharla. La prueba que planteo la organización parecía descabellada. Una carrera al gol de Arcones de 159 km. Me parecía alucinante que algún piloto pudiera completar este vuelo. Yo, por mi parte, tan solo me imaginaba la posibilidad de alcanzar los 100 km. Era consciente que si quería tener alguna posibilidad no debía quedarme muy atrás, así que rápidamente me preparé para despegar, y pocos minutos después de las 13 horas ya me encontraba en el aire junto con medio centenar de velas repartidas entre la salida y Piedrahita. Empece a ganar altura encima del despegue, dejándome derivar por el sotavento en dirección a Peñanegra. Parecía que estaba funcionando el valle, así, que después de alcanzar el pueblo de Piedrahita decidí dirigirme hacia el puerto de Villatoro volando por el llano. A unos cinco kilómetros del puerto enganche un + 5, y girándolo junto con dos planeadores que encontré, alcance los 3000 m. A diferencia de las otras veces cruce el puerto por el lado izquierdo, justo por encima de las antenas. Tenía claro que mi objetivo era llegar a Avila para conseguir los 100 km. y conocía el camino, así que parecía que podía alcanzar el objetivo propuesto

Me esmeré en rentabilizar la altura que tenía y giré todo lo que encontraba por el camino, sin embargo, a pocos km. de Avila una fuerte descendencia me dejaba muy cerca del suelo. Decidí cambiar de rumbo dirigiéndome más hacia el N. y después de cruzar el río parecía que el vuelo estaba tocando a su fin, solo me quedaban unos escasos metros, y ya no confiaba en recuperarme, sabía que por muy poco no conseguiría los 100 km. Con la intención ya de aterrizar, me dirigí hacia un pequeño claro entre campos de olivos, junto a la carretera que iba a Avila Después de algunos giros y de manera sorprendentemente, el vario empezó a marcar una suave pero constante y progresivamente ascendencia y comencé a ganar metros. Realmente había tenido mucha suerte, la térmica que me había levantado casi desde el suelo derivaba hacia el NE. Aunque Avila quedaba a mi derecha, los 100 km. ya estaban casi en el bolsillo, lo que sucediera a partir de entonces sería un regalo de los dioses.

Después de 30 minutos de ascendencia alcance los 3000 m. y todavía continuaba subiendo. A lo lejos la ciudad de Segovia Parecía increíble que me encontrara aquí, observando un paisaje que me sobrecogía. Aunque era un punto en el infinito, parecía que podía tener todo al alcance de la mano. Extensa, infinita, de suaves colores, árida e inhóspita era la meseta, donde solo las pequeñas poblaciones que desde esta atalaya observaba, rompían la monótona armonía de este llano paisaje.

Llevaba tres horas de vuelo y casi una hora ascendiendo sin parar, efectuando giros a izquierda y derecha. La deriva del viento me empujaba en una espiral interminable hacia el NE. Estaba llegando a los 4000 m. de altura y empezaba a sobrepasar la línea que delimita la capa de inversión. La atmósfera estaba enturbiada, y me costaba cada vez mas distinguir el suelo. Empezaba a notar los efectos de la altitud, y sobre todo del sol abrasador que había estado irradiando fuertemente durante todo el día. Me encontraba algo aturdido a la vez que emocionado. El cielo se había vuelto de un azul intenso, el suelo parecía que había desaparecido. Conseguí llegar hasta una altura máxima de 4150 m. después de 57 minutos de ascensión ininterrumpida y 3000 m de ganancia de altura. Me parecía un sueño del que seguramente pronto despertaría. El GPS hacía rato que había dejado de funcionar, pero sabía que iba en la dirección correcta pues estaba llegando a Segovia. Me tome un tiempo para disfrutar de la panorámica que ahora podía tener. Crucé la ciudad con algo más de 2000 m. observando los monumentos más emblemáticos, el acueducto, el alcázar, un conjunto arquitectónico patrimonio de la humanidad vista desde este pedestal privilegiado.

De nuevo a mis pies el paisaje árido y desolado de la meseta. Hacía rato que estaba inmerso en una continua descendencia, pero ya distinguía las primeras estribaciones de la sierra de Guadarrama a mi derecha, lo que me hizo pensar que me encontraba cerca del gol de Arcones. La altura que llevaba era de unos 1000 m. sobre el suelo, pero, después de haber disfrutado de los más de 3000 m. empezaba a preocuparme. Tenía que decidir si dirigirme hacia la sierra donde estaba el gol, o seguir por el llano, sumando kilómetros al contador. Después de mucho tiempo volando solo, me encuentro con dos parapentes que toman rumbo hacia el Este, el gol estaba a escasos 20 km, Yo sigo por el llano, y aunque pierdo mucha altura otra vez y por suerte, otra térmica deja con 2000 m. Llevaba casi 5 horas de vuelo y estaba completamente agotado, sin comer, solo había podido beber algo del agua que llevaba como lastre, las pésimas condiciones físicas en que me encontraba y la distancia conseguida me hacían pensar mas en terminar el vuelo, que en seguir. A mis pies observaba pequeños núcleos disipados de poblaciones, seguramente estivales, decidí sobrevolarlos aunque ello suponía efectuar algunos cambios de dirección que no me favorecían en distancia pero que me daban la garantía de que, en caso de aterrizar, no tendría que andar mucho para comunicarme con la organización y esperar la recogida.

El vuelo estaba tocando a su fin, me encontraba a escasos metros del suelo junto a un cruce de carreteras, cerca del Castillo de Castellnovolo. Aterricé después de 5 horas y 55 minutos de vuelo. Mi primer pensamiento fue conectar el GPS que aunque sin batería, podría por lo menos verificar mi posición y calcular los km. totales del vuelo. Un vuelo de distancia de 177 km. Era increíble, sin duda una de las experiencias más fascinantes de mi vida, difícil de olvidar. La jornada se saldó con 30 pilotos en gol a 159 km. de la salida y tres pilotos que decidimos alargar algo más el vuelo. Yo con mis 178 km. mi compañero Toni del cual no había sabido nada durante todo el día y que se fue a los 190 km. y un francés que fulmino el récord de Europa con 241 km.

1 comentario:

Anónimo dijo...

hOLA! REALMENTE ME FACINO EL REELATO DE TU VUELO, SENTI QUE TAMBIEN VOLABA, SOY UN PILOTO DE ARGENTINA CON SOLO DIEZ VUELOS Y CADA VUELO LO DISFRUTO DE TAL FORMA QUE EN CADA ATERRIZAJE SE ME VEN LAS MUELAS DEL JUCIO!, TE FELICITO SEGUI DISFRUTANDO DEL VUELO LIBRE OJALA TENGAMOS LA OPORTUNIDAD DE COMPARTIR EXPERIENCIAS, SUERTE!!