EXCURSION POR LA SELVA DEL NORTE

Pueblos tibeto-birmanos de Tailandia

Primera Jornada: Nos recogieron a primera hora de la mañana y junto con dos holandesas iniciamos un corto viaje en furgoneta hasta la vecina Chiang Rai, último reducto de civilización antes de adentrarse en la jungla. Desde aquí tomamos una embarcación que nos conduciría por el río Kok hasta llegar después de 2h. al primero de los poblados que visitamos, de la etnia karen son de descendencia tibeto-birmana, y es el grupo más numeroso, suelen vivir en los valles o cerca del rio y por su accesibilidad son también los poblados más visitados en los circuitos turísticos, suelen vestir túnicas de colores llamativos como el magenta. La sociedad es matriarcal y las mujeres soportan una importante carga de trabajo, tanto en la casa, como en el campo. Viven de la agricultura y ganadería. El cultivo del arroz es su principal actividad. Desde aquí y después de un corto contacto con las aldea, y mientras los niños y mujeres nos mostraban su artesanía, nuestro guía cerraba los tratos para conseguir el transporte para llevarnos hacia el interior de la selva. Unos espectaculares paquidermos, que aunque algo más pequeños que los africanos, impresionaban por su fortaleza, antes un buen baño el río y listos para el viaje.

Viajar a lomos de un elefante, es una autentica aventura y un reto a la paciencia de nuestros músculos un continuo balanceo arriba y abajo sobre los estrechos asientos que colgaban en los laterales del animal, y un no saber cómo sincronizar nuestro movimiento con el del paquidermo, empeorando en los momentos en el que el desnivel del terreno aumentaba; a pesar de todo ello, y a las 3h. largas de trayecto, cuando ya casi persona y elefante sincronizábamos los movimientos, llegamos a nuestro destino de esta primera y larga jornada, el poblado de la etnia Lisus; son de origen tibetano, y se les han relacionado tradicionalmente con el cultivo del opio. Sus poblados se encuentran en las zonas más altas de esta región, y a diferencia de los Karen, que viven en casas de madera elevadas, los lisu construyen sus viviendas a ras del suelo con bambú y paja.

Al llegar nos ofrecieron la posibilidad de darnos una ducha entre la mirada atenta de los aldeanos una autentica cañería de bambú, transportaba el agua desde una fuente cercana y nos permitíría refrescarnos de los ardores del viaje. Después y mucho más tranquilos pudimos contemplar desde la atalaya de nuestra cabaña como anochecía en este tranquilo poblado que apenas si dejaba entrever a través de la espesa vegetación el resto de las casas y generando una atmosfera de recogida que perturbaba nuestros sentidos primarios

Segunda Jornada: Un largo día de trekking que iba a adentrarnos aun más en el corazón de la selva. Conocimos diferentes poblados durante el camino, y después de varias horas tuvimos la suerte de poder refrescar nuestros sudorosos cuerpos en un espectacular salto de agua rodeado y oculto en mitad de la selva. Casi nos sentíamos retroceder en el tiempo o ser protagonistas de de algunas de esas películas de aventura de los años cincuenta. Por la tarde tras comer en un poblado lisus, llegamos a una aldea akka situados en lo alto de un monte, no sin antes recibir una de las acostumbradas lluvias monzonitas que, aunque no por su duración si por su intensidad, nos dejarían completamente empapados. Los pueblos akkas se caracterizan por sus creencias basadas en el poder de los espíritus, por ello a la entrada de cada poblado, unas puestas tótems, esculpidas en madera, representando al hombre la mujer en posición procreadora para favorecer la fertilidad del poblado además de su protección, impidiendo la entrada de los malos espíritus. De los akkas se decía que criban una raza de perros negros de los que se alimentaban en algunas celebraciones rituales. Aunque nosotros no llegamos a probar este tipo de carne, si tuvimos la ocasión de comprobar su generosa hospitalidad. Sus mujeres que visten completamente de negro portando unos gorros característicos de los que cuelgan algunas monedas birmanas símbolo de su procedencia. Además tienen la costumbre de estar masticando una clase de raíces, que segregan un liquido rojo oscuro que con el tiempo acaban tiñiendo de oscuro toda su dentadura, provocando una lógica cara de sorpresa al contemplarlas por primera vez. A nuestra llegada y como fue costumbre repetido en todos los poblados que encontrábamos en nuestro camino, gran cantidad de mujeres y niños se agolpaban a nuestro alrededor para ofrecernos los objetos más típicos de su industria local, especialmente textiles. Luego pudimos asistir a una fiesta típica, la de su año nuevo. Los bailes y canticos se prolongaron hasta bien entrada la noche.

Tercera Jornada; este día transcurrió mas plácidamente, descendiendo de la montaña hacia el valle hasta llegar a la carretera junto a un poblado Lisus. Alli tomamos una destartalada camioneta que nos llevo hacia el norte hasta llegar Mae Sai, esta pequeña ciudad es el punto mas septentrional de Tailandia. Un concurrido puente es el paso fronterizo con Myamar, la antigua Birmania un ir y venir de gentes, comerciantes y aldeanos que cruzan libremente la frontera pero que estaba vetada para nosotros los occidentales. Esta caótica ciudad tiene una calle principal donde se encuentran algunos hoteles y está llena de puestos de comida y ropa y un par de callecillas muy tranquilas, donde pareces que estas en una aldea de la montaña. Continuamos camino hacia el este y después de pasar algunos controles militares, llegamos a Chiang Saen, ciudad de una sola calle a orillas del río Megkong. Al otro Laos, a la que se puede acercar uno si alquila una de las muchas barcazas que hay en la orilla. Esta región se hizo conocida en su tiempo como Triangulo del Oro es un término ideado por los medios de comunicación, para definir una amplia zona montañosa, con forma de triángulo, que incluye parcelas de catro países: Myanmar, Tailandia, Laos y Vitmania y se hizo famoso pues aquí se producía la tercera parte de opio mundial. Un mirador construido en Chian Saen con un gran letrero da fe de ello, las vistas son espectaculares. Pasamos la noche en Gin’s Guest House un edificio de madera junto al rio con unas habitaciones bastante cutres pero que al menos te permitían tener una buena panorámica la verdad es que no hay muchas opciones para elegir. Como viene siendo habitual, un pequeño mercado nocturno se instala cada día junto al río.


Cuarta Jornada: El viaje tocaba a su fin y nos dejaba un buen sabor de boca. Habíamos conocido a unos pueblos muy arraigados en su cultura, pero muy vulnerables a las influencias externas.Una furgoneta nos traslado a Chiag Mai, y de nuevo un autobús que salía por la tarde nos llevo hasta Bangkok.

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